martes, 23 de septiembre de 2008

E-comida.hu


Cuando llegue a Hungría como trainer el año pasado, lo primero que noté a la hora del almuerzo es que algunas personas se sentaban en la cocina de la empresa a comer, directamente de unas cajas de plástico. Interesado pregunté de donde provenían estos alimentos. Estaban etiquetados, obviamente se veía que no era comida hecha en casa.

En Colombia, de donde vengo, normalmente la gente se toma la hora o la media hora del almuerzo en las oficinas para salir a un restaurante, a almorzar comida muy típica, que suele ser una sopa, un plato fuerte, que normalmente lleva una porción de verduras, carne (de res, cerdo o pollo), arroz, y algún “grano” o “acompañamiento”, como lo llamamos, y que suele ser lentejas, frijoles, arvejas, habichuelas, garbanzos... en fin, cualquier tipo de leguminosa. Al final, un jugo de frutas naturales (pero hecho de frutas de verdad en licuadora, no de caja).

Bien, eso es en Colombia, donde abundan las frutas y los vegetales. Tenemos todo el año buen clima para el cultivo de diferentes especies de alimentos, así que la materia prima para un restaurante es muy barata, y por ende un buen plato, en un buen restaurante, lo consigues por 600 ft, incluido el servicio. Caso contrario sucede en Budapest. En primer lugar estamos en Europa, y por ende los precios ya son incomparables. Por otro lado, la existencia de estaciones bien marcadas hace que muchos alimentos se importen o sean conservados, lo cual hace variar su sabor natural. Por ende la materia prima para los restaurantes no es tan barata, haciendo que los precios de un almuerzo en un restaurante en Budapest no bajen de un promedio de 1.700 ft (por barato) en un restaurante estándar (o sea ni muy malo, ni tampoco de cocina gourmet).

Es verdad que alguno podría agregar el tema de las llamadas menzas, los comedores populares, pero si bien hay platos muy baratos, por ejemplo de 300 ft, el resto ya sube a los 1.000 y si le agregas bebida y algún postre, ya rápidamente subes lo que en principio parecía una ganga. Así que al almorzar diariamente en un restaurante en Budapest no seria una buena opción económica, ya que estaríamos alrededor de 34.000 ft por mes (por barato). Y está claro que para un asalariado como yo no seria la mejor opción.

Por suerte en Hungría existen restaurantes en Internet, totalmente virtuales, o sea que no tienen un lugar físico y toda la comida la entregan a domicilio. Estos restaurantes on-line tienen como pros su calidad y buen precio. Consigues un plato fuerte alrededor de 600 ó 700 ft y una sopa por 250 ó 300 ft, para los que desean menú completo. Las porciones son muy buenas, incluso para las personas con gran apetito.

Actualmente, con el auge de las multinacionales en Budapest existen muchos extranjeros (como yo) que aun no manejan muy bien el húngaro, así que solo podemos limitarnos a las compañías que prestan su servicio en ingles (o para hacer pedido en los otros restaurantes en línea hay que tener un diccionario en mano). De momento conozco dos:Total Food Cityfood. De las dos, me gusta mas Cityfood porque su comida es muy saludable, baja en grasas y sal. Además tienen una variedad muy amplia. En cuanto a precios, son muy similares a otros sitios Web.

Pero la comida en línea no solo esta limitada a los almuerzos, también encuentras sitios para hacer pedidos de verduras, frutas y en general de cualquier cosa que puedas conseguir en un supermercado. Ejemplos de este tienes Internet ABC o Lacsi Boltjia. Cada uno tienen un pedido mínimo de 5.000 y 3.000 ft respectivamente.

Además de frutas y variedades alimenticias podemos encontrar comidas rápidas y pastelería en línea. Hasta ahora no he comprado frutas ni verduras, pero si he comprado pizza en Don Pepe. El servicio es bueno y rápido. También compré cubos de hielo, para una fiesta, en Ice cube. Por 500ft consigues una bolsa de 5 Kg. de hielo, que incluye gastos de envío.

Todo parece indicar que Hungría va a la vanguardia en restaurantes en línea, algo que me ha dejado sorprendido, buenos precios y calidad. Para terminar os recomiendo Netpincer. Puedes elegir en línea una gran variedad de sitios de comida en línea. Incluye menú en ingles.

Una segunda vida


Si eres fan de películas como Matrix o Johnny Mnemonic te va a encantar este juego: Second Life. Normalmente no soy fanático de los video juegos, pero este realmente me impresionó.

Con gráficos en 3D pretende recrear ciudades virtuales, donde interactúas con gente de verdad, pero caracterizados por personajes en 3D. Recuerdo que en 1998 tuve mi primer juego por el estilo, The Sims. Tenía que construir mi propia casa e interactuar con el resto de vecinos, generados por el mismo programa. Ahí era donde perdía la gracia, porque los personajes con los que interactuaba no eran controlados por otras personas, sino por una máquina.

Ahora con Second Life van a otro nivel. Todos los personajes son controlados por otras personas, “reales”, no por el software. Es por eso que este juego está basado en “el servidor” y no en “el cliente” (la maquina del usuario), a diferencia de The Sims. De esta forma todos los “habitantes” de este mundo virtual se mueven dentro de los servidores de Linden Lab, la compañía que ingenió este juego, y que ahora se ha transformado en algo mucho más que un juego.

Lo último es la creación de Second Life Grid, es una comunidad virtual donde se congregan muchas de las compañías que existen en el mundo real, como IBM, Nestlé, Intel y otras muchas multinacionales. En este nuevo mundo virtual se juega con los productos comerciales del “real”, pero también aparecen nuevos, solo vistos del otro lado de la pantalla.

Pero no solo el comercio saca beneficio de estos mundos virtuales. Algunas universidades ya están haciendo pruebas en esta otra dimensión. Tal es el caso de la Universidad de Princeton (USA), que ha creado su propia isla virtual llamada Princeton University Island.

En esta isla virtual los estudiantes han creado una réplica en 3D de su propia universidad, incluyendo las salas de conferencias. Y no se trata solamente de una réplica física, también allí se desarrollan actividades, como en el mundo real. Hay conferencias, lecciones, exposiciones de arte, todo Princeton.

El año pasado Second Life comenzó a mezclarse con la vida real. Telecom Italia creo su propio mundo virtual y con ello un nuevo servicio que permitía intercambiar SMS con los teléfonos reales de los usuarios de Second Life. Había un número de teléfono de uso exclusivo dentro de Second Life, pero que podía comunicarse con el “exterior”. Una ingeniosa mezcla, tal como sucede en la novela Snow Crash de Neal Stephenson, de donde se inspiró este juego.

Y es que Second Life ya se ha convertido en un negocio, en el mundo real. Para comprar cosas en Second Life necesitas dinero virtual, llamado Linden Dollars, pero para tener ese dinero tienes que usar dinero real. 1 dólar equivale a 270 linden dollars. 

Personas como Ailin Graef, cuyo sobrenombre en Second Life es Anshe Chung, ha construido, diseñado, vendido y rentado edificios en Second Life creando para sí una pequeña fortuna de algo más de un millón de dólares. Todo esto lo logró en tan solo 30 meses y partiendo de unos míseros 10 dólares. También ha inventado y distribuido sus propios productos, y colaborado con instituciones educativas y culturales. Todo en Second Life.

Existe otra versión de Second Life pero enfocada solo al sexo, llamada Red Light Center. En ella cualquier persona puede ser una “dominatrix “ o cualquier roll que quiera asumir sexualmente. Por su alto contenido sexual es un juego netamente para adultos (a diferencia de Second Life que abarca, sin complejos, todas las edades).

Ya me imagino dentro de 10 ó 15 años, o menos quizás, cuando las conexiones de internet a alta velocidad y las computadoras cada vez más veloces y baratas, nos permitan trabajar y estudiar en un mundo 3D desde cualquier lugar del planeta. Estos mundos virtuales, en una década, cambiarán la forma de relacionarnos, laboral y académicamente, y ni qué decir de los amigos y la familia.

Ingresé a Second Life a través de una guía ubicada en La Coruña (España). Me llevó por este nuevo mundo, virtual, a través de una ventana de chat, que contiene el mismo programa. Íbamos cara a cara, virtuales. Al final la ficción se mezcló con la realidad e intercambiamos nuestros messengers. Ahora, mantenemos una comunicación persona a persona, sin dibujos en 3D. Al parecer los seres humanos por mas ambientes simulados que nos pongan, terminamos buscando la realidad.